Wednesday, October 25, 2006

Televisión con Mayúscula

Cuentan las gentes que, muchas lunas atrás, cierto sujeto alzó su voz y aclamó para todo quien quisiera oírlo, y aún para quienes no querían hacerlo: ¡el Mercurio miente!
Pues, nobles lectores, me siento con el deber de darles una noticia tan reveladora como lo fue aquella, y probablemente aún más trascendente y por tanto cruel: SQP miente.
¿No los sorprendo? Hmm, bueno, pues tengo más sorpresas: la televisión, sí, la televisión en todo su conjunto, miente. Los matinales mienten, Kike Morandé miente, las estrellas de cine mienten (algunas incluso se transforman físicamente para hacer más completa la farsa), los comerciales mienten, e incluso la prensa miente. Así pues, todos en la televisión mienten.
Sin embargo, hay dos brillantes programas que no mienten, ni mentirán jamás, puesto que de su transparencia depende su éxito. Estas dos joyas televisivas, verdaderos tesoros del ingenio humano, se encuentran perfectamente dispuestas en el atardecer, hora en que las gentes abatidas están regresando de sus largas y extenuantes jornadas, y sólo quieren disfrutar. Lo que estas maravillas programáticas hacen es proporcionar al mundo todo lo que el mundo necesita para ser feliz: atracción sensitiva. Los nombres de esos programas: Rojo y Mekano.
¡Sí, queridos míos! Pues estos hermosos programas (que no difieren en nada el uno del otro, puesto que la perfección es una sola) muestran abiertamente lo que son, y exponen el motivo por el cual la gente ve televisión, en toda su forma. Lo que ellos muestran es gente atractiva exhibiendo dicho atractivo y, aparentemente, disfrutando el momento. Eso es todo lo que necesitamos, señores. Ya que la vida de los televidentes está bajo sus expectativas, se rellenan los vacíos viendo a otras personas que son mucho más hermosas y felices. ¡Y no lo niegan! Mekano jamás ha intentado pasar por un programa cultural, ni un misceláneo ni nada extraño. Saben que lo suyo es mostrar jóvenes bailando y gozando, y lo hacen. Rojo en sus inicios pareció tratar de engañar al mundo bajo el disfraz de un programa busca talentos, pero pronto se quitaron la coraza y exhibieron al mundo lo que de verdad saben hacer, y lo que de hecho deben mostrar: torsos desnudos en los hombres, brevísimas faldas en las mujeres, y alegría, mucha alegría por todos lados.
Muchos critican a Mekano y a Rojo, por considerarlos programas burdos y frívolos. Yo sólo quisiera reflexionar acerca de una realidad innegable: quien critica Mekano o es alguien que ha visto (o ve) Mekano, o es alguien que no tiene derecho a opinar. Y nadie que haya visto Mekano una vez, será capaz de verlo sólo esa vez, puesto que el programa es, dejando de lado prejuicios y aborrecimientos, una joya. Lo mismo cuenta para Rojo, puesto que, como dije antes, ambos programas son iguales.

En definitiva, quisiera decir que la televisión está compuesta de 3 cosas: la primera es la belleza (uno de los trascendentales del ser, y por tanto, incuestionable como fundamento de seducción). Y, como dice brillantemente Browne Dick, si tienes la belleza las otras dos cosas ya no importan. Mekano y Rojo tienen (¡y muestran!) belleza, y por tanto su tarea ya está completa.


Benedicto al poder!

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