Wednesday, October 25, 2006

LOS MATINALES: 2 balines


Todo lo que ocurre en ellos es una actuada felicidad. Llenos de gimnasia aeróbica “para piscinas”, gitanas que predicen el futuro de todos los días o recetas para evitar la caída del pelo, no aportan nada útil. Se basan en copuchas de famosillos e intentos frecuentes de engaño a la dueña de casa: vender el pantaloncito que adelgaza, los fragmentos de la nueva teleserie o al artista de moda del momento, que es siempre (y casualmente!) contratado del el mismo canal.
¡Qué manera de gritar! Un jolgorio estúpido de los periodistas que salen a las calles, que son mejores amigos de cada entrevistado y que creen que pueden hacer el ridículo por salir en la tele en horarios de sueño. Van gritando, inventando frases que repiten para que la gente los reconozca y luego siguen chillando, mostrando su eterna y carismática sonrisa que no dudo que termina instantáneamente al apagar la cámara.
En fin, es una franja en donde todo se escucha falso: inventan historias para sensibilizar a la gente: ayuda a la teletón! somos el matinal de la gente con conciencia social! Y la conductora se pone a llorar y cuenta que la semana pasada le cedió el asiento a un desvalido en la micro (los cuales tienen asientos reservados adelante), y que después de eso su vida había adquirido un enfoque diferente que quería compartir, sin intención de vanagloriarse, solamente para que otros puedan transformar también su vida y ayudar con “desinterés”.
Manejan así su imagen, para llegar un día a manejar los gustos de los demás. El indicador del éxito, como animador de matinal, es cuando te invitan a participar en un comercial de multitienda, ahí ya todo el mundo reconoce su habilidad para mentir, para vender hasta dos zapatos del mismo pie, porque la gente sabe que “él es una persona buena”, ¡tan solidario! ¡si hace concursos y regala lavadoras por la tele! ¡Y siempre quiere regalar mas! Claro, si él no las paga. Actúa y se ríe, a todos les ofrece volver, nunca queda mal, actúa y se ríe, después abraza, salta, llora con la desgracia del otro, alguien lo consuela y ríe, y actúa y se despide apenado, qué tragedia resulta el fin del programa.
Ya habrá otra ocasión para destrozar a sus adivinos, cocineros, bailarines, gimnastas y profesionales simplistas.

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