Saturday, March 17, 2007

God saves the Kings!



hora escribiré en serio. Como posiblemente quienes lean esto creerán que estoy ironizando, tal como ha sido la tónica de estos artículos, debo aclarar que no es así; creo firmemente en los postulados que desarrollaré de modo mediocre y fanfarrón a partir de ahora, en defensa de las monarquías absolutas de derecho divino. ¡Por el derecho a ser antidemócrata!
Muchas veces se usa la palabra "democrático" para decir que algo es justo, moderno, o incluso bueno. Pero todo eso se debe a que, desde que la democracia triunfó en el mundo, se pasó a ver en ella a algo como el non-plus-ultra de los sistemas políticos, y nadie parece estar en condiciones de cuestionar el asunto. ¿No está a la vista que los sistemas democráticos son horriblemente injustos? Es tan evidente que los únicos candidatos posibles le desagradan a todos, excepto a los militantes de los partidos que parecen ver en ellos a diversas reencarnaciones de Jesucristo, Buda, Mahoma o similares. Nuestro sistema democrático llegó a su versión más agria cuando nos dimos cuenta de que todos los candidatos eran esencialmente iguales, y que nuestras alternativas -Aucán Huilcamán y Lucho Thompson- fueron ambos imposibilitados de participar, el uno porque no pudo poner ante notario las firmas de su comunidad, el otro porque los pacos lo sacaron del Paseo Ahumada mientras recolectaba firmas. ¡Horrible!
En cambio, si viviéramos bajo un régimen monocrático -la palabra monárquico parece generar demasiado escozor- la situación sería mucho más agradable, descontando que hablaríamos de manera más chula, con expresiones como "Mentís, bellaco" o "Espero que vuestro acero sea tan tenaz como vuestra lengua". Además de eso, que por lo demás ya es suficiente, los sistemas democráticos por definición tienen una fisura: son regímenes de la mayoría, para la mayoría. Las minorías están dejadas de lado por principio. Los regímenes monárquicos, en cambio, son gobiernos de un sujeto, para todos. ¡Ajá!, los sistemas monárquicos sí se preocupan de todos. Al menos eso se supone. Como están las democracias actualmente -no me aventuraré a explicar por qué las elecciones democráticas son de por sí injustas, pero créanme que lo son-, lo que hay son gobiernos de mayorías para mayorías. Eso de que son un sistema que se corrompe menos... ¡¡patrañas!! Los sistemas ahora se corrompen menos porque la prensa e internet los mantienen a raya. A un monarca absoluto (que al menos tiene la gracia de Dios, y por tanto es un sujeto noble) no se le ocurriría matarlos a todos, ni robarse todo, porque la opinión pública lo derribaría, tal como derribó a Nixon.
Básicamente deben tomarse esto como un llamado a dejar de ver la Democracia (que en realidad es muy poco democrática en su sentido más puro) como la única alternativa viable. Primero, porque no es la única; segundo, porque no es alternativa; y tercero, porque no es viable. ¡Hasta la vista!

1 comment:

Anonymous said...

Es lo mejor que he leído en meses.