Monday, May 29, 2006

De Vicente Valdez a San Joaquín (o aún queda espacio para uno más)

Seguramente todo aquel que viaja en la mañana hacia nuestra universidad a través de la flamante línea 4, siente un súbito malestar cuando a través de la pasarela ve las capas y capas de personas que esperan para subirse a los vagones de la línea 5. Una vez que se está dentro de los elegidos que se instalan frente a las puertas –generalmente después de dejar pasar uno o dos carros- un mar de gente te empuja hasta el fondo, las puertas se cierran y el metro se mueve. En realidad es impresionante la cantidad de gente que cabe en un vagón, diría yo que es una maximización espontánea del uso del espacio.

Desde Vicente Valdez hasta San Joaquín es la misma historia; en cada estación hay gente esperando con la sagrada determinación de entrar a ese carro sea como sea. Ante esto me pregunto ¿es el sentido de la responsabilidad, expresado en llegar puntualmente a un lugar, lo suficientemente fuerte como para hacer que un ser humano tome la decisión conciente de subirse a un contenedor que va evidentemente repleto?. Es notable cuando la señora que esta luchando contra una selva de torsos murmura enojada: “esta gente que no deja pasar”. Si levantara un poco la cabeza vería que en realidad esa gente difícilmente puede mover los brazos. Sin embargo, no pocas veces noto actos de sacrificio y solidaridad, cuando veo que alguien cede valioso espacio para poder dejar que entre otra persona. En momentos de desvaríos se me ocurre que podrían hacer concursos: el vagón con más gente se gana una gorra. Incluso podrían televisarse a través de la nunca bien ponderada Metro TV, las no poco frecuentes luchas a muerte que se inician apenas se abren las puertas. Eso seria televisión de calidad; la alegría de los que lograron subirse al metro, la agonía de aquellos que no pudieron bajar en su estación. Creo que el tipo que imita a Rafael Araneda en la Teleferia sería un buen animador… pero ya estoy divagando otra vez.

Para cerrar, quiero decir que esto no es una queja contra la sobredemanda de este recorrido, sino son sólo observaciones y reflexiones. También quiero decir que esto obviamente se aplica a otros medios de transporte y tramos del metro, pero éste es el que es más cercano a mi experiencia reciente.

Suba señora, suba señor si no vamos tan apretados, aun queda espacio para uno más.

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